________________________________________________________________________________________________

Las mujeres son la causa de todas las acciones de los hombres. Escribo esto porque hay mujeres leyéndome..

___________________________________

......................Diplomacia es el arte de decir "que lindo perrito"... hasta que puedas encontrar una piedra.




.

¿Un cuento?

Qué voy a hacer con tanto cielo para mí, dice Ciro en la radio.
Ni bien atravesó la puerta solo atiné a contemplarla, admirar su belleza, su silencio, su pudor, su dulce sonrisa nerviosa.
En un paso estaba frente a su respiración, no pude hablar. Solo tome su cara con ambas manos y apoye mis labios en los suyos. La respiración se hizo una sola. Por varios minutos nos prestamos el aliento. Como un imán, su boca me impedía separarme un solo milímetro. Sentía que su perfume entraba en mi por todos los poros, incluso mientras el recuerdo vuelve a mi y me apura a escribir estas palabras sigo sintiéndolo. Acaricié su nuca, su cuello de cisne.

Temía separar mi boca de la suya, porque sería como terminar el beso.
Primero cayó su cartera, que sonó pesadamente en el piso de madera, después fue su abrigo y de ahí a que nuestra piel sea una solo faltó un suspiro.
Seguíamos prestándonos el mismo aliento que se nos acababa y nos obligaba a tratar de respirar sin separar nuestras bocas, nuestros rostros.
Cuando mi campera cayó al piso no pude más que observar tiernamente sus pechos pequeños, dulces expectantes y deseados. Apreté su cuerpo al mío con firmeza. Ahora junto a nuestro aliento se confundían nuestros latidos que al unísono me daban la idea que podía oírse desde las casas contiguas.
Las palabras eran pocas y no alcanzaban a salir completas de nuestras bocas, no hay mucho decir cuando el cuerpo habla, y la respiración y los suspiros son una melodía. Una pequeña porción de luz entraba por una extraña ventana que sólo nos daba una idea de nuestros contornos.
Ni bien recuperé el ritmo de mi respiración me alejé unos centímetros para observarla, lo que ella regalaba a mi vista era igual o mejor que aquello que le daba a mi boca.
Sólo pude sonreír.
-¿te reís de mi? Preguntó con ternura adolescente.
Mis palabras hacía rato que me habían abandonado, solo pude responder con un beso, que nos ubicó de nuevo donde habíamos empezado.
Después solo fueron caricias, besos, abrazos, dulce sudor y un camino por un cielo que no conocía

No hay comentarios:

Publicar un comentario